París, 31 de octubre de 1876.
Nouvelle Compagnie Francaise de Tabacs. Manufacture Royale la Honradez. Machines a Fabriquer les Cigarettes.
Acción de 500 francos al portador de la sociedad, constituida el 24 de julio de 1876 con las aportaciones de obligaciones de la antigua Compañía Francesa de Tabacos, y de las reclamaciones pendientes contra la quiebra del Sr. Susini Ruiseco.
José Luis Susini y Rioseco nació en Gibraltar en 1822, descendiente de una familia tabacalera. Se estableció en la Habana y en 1853 inauguró en la esquina de Cuba y Sol, frente a la plazuela del convento de Santa Clara, la moderna fabrica de cigarrillos “La Honradez”, donde instaló la primera máquina para fabricar cigarrillos de la isla. Era movida a vapor y producía dos millones y medio de unidades al día perfectamente iguales, lo cual dejo muy atrás a las fábricas de Cabañas y Carvajal, H.Upmann y Partagás, que elaboraban los cigarrillos envolviendo a mano la picadura en el papel de fumar.
Una de las obsesiones de su política industrial fue la de promocionar y vender una máquina de liar cigarrillos inventada por los Susini, desarrollada y mejorada por su capataz y hombre de confianza Felipe Iburquiza junto al catalán Narcís Monturiol, uno de los pioneros en idear una máquina capaz de liar cigarrillos. Esta máquina llegaba a liar 10.000 cigarrillos en 10 horas de trabajo, siendo capaz de sellar el papel automáticamente.
En 1875 construyeron una nueva máquina con diseño del ingeniero francés M. Durand, y para explotar su licencia la presentaron a la Administración del Tabaco de Francia. Presentaron la máquina en varias exposiciones en os años 1878, 1880 y 1882, pero no consiguen ganar debido a la gran competencia con otros fabricantes como M. Decouflé o Leblond.
Según se deduce de distintos documentos guardados en los Archivos de Ultramar, debió de gastar ingentes cantidades de dinero en este empeño de hacer negocio con la citada máquina. También intentó abrir otras fabricas sucursales de la Honradez en ciudades como Cádiz o Gibraltar, con resultado fallido. Todo esto le debió conducir a una crisis financiera que finalizó con la venta de La Honradez a Prudencio Rabel y Pubil, en 1888.
La acción tiene una rotura en la parte inferior como puede verse en la imagen.