Los quatro sagrados Libros de los Reyes / traducidos del latin al castellano conforme á la vulgata, en una sucinta parafrasis ... con varias Notas que aclaran muchas expresiones obscuras ... por el Doctor Don Ignacio Guerea ... ; Tomo I [-Tomo II]. Madrid : en la Imprenta Real, 1788. 2 v. ([4], XX, 303, [1] en bl., XIV, [2] p. en bl. ; [4], 312, XII p.) ; 8º. Sign.: [ ]², a⁸, b², A-V⁸ ; [ ]², A-V⁸, X². Enc. de época en plena piel con dorados en el lomo. Con sello en tinta de Pedro José Gª de la Mora, abogado en Burgos.
Los libros primero y segundo de los Reyes se llaman entre los hebreos libros de Samuel, por creerse escritos por este profeta; ó también porque justifican sus profecías sobre el reinado de Saul, objeto del primer libro, y el de David que lo es del segundo. Mas los Padres griegos y algunos latinos los llamaron Libros de los Reyes, igualmente que a los dos siguientes, por contener la historia del reino de los hebreos, dividido después de la muerte de Salomón en dos, a saber, Judá é Israel.
Comienza el libro i por la historia de Samuel, a fin de dar a conocer el origen y establecimiento del gobierno monárquico entre los hebreos. Contiene el espacio de 101 años; esto es, desde el principio del gobierno de Heli hasta la muerte de Saul, en la forma siguiente: 40 años del sacerdocio de Heli (c. IV. V. 18), 21 años del gobierno de Samuel (c. VII. V. 2), y 40 del reinado de Saul (Act. XIII v. 21).
El libro II de los Reyes contiene lo sucedido en el espacio de 40 años del reinado de David: esto es, desde el año 30 al 70 de su edad, ó desde después de la muerte de Saul hasta cerca del fin del reinado de David.
El III, llamado por los hebreros primero de los Reyes (Melachim), contiene la historia de lo que sucedió poco antes del reinado de Salomón, los 40 años de dicho reinado, y la división de su reino, después que murió: las acciones de los cuatro reyes de Judá Roboam, Abiam, Asa y Josaphath, y las de los ocho reyes de Israel, Jeroboam, Nadab, Baasa, Ela, Zambri, Amri, Achúb, y Ochozias, y algunos hechos particulares del profeta Elías en tiempo de Achab. Y así comprende el espacio de unos 126 años. Este libro le han atribuido algunos a Jeremías: y Teodoreto cree que es un compendio sacado de otros escritos, y formado por algún historiador después que el pueblo de Israel fue llevado cautivo por Nabuchodonosor.
El libro que nosotros llamamos IV de los Reyes, es llamado por los hebreos segundo de los Reyes. Contiene los principales sucesos de diez y seis reyes de Judá, es a saber, Joram, Ochózías, Athalia, Joas, Amasías, Azarías ú Ozías, Joatham, Achaz, Ezechías, Manassés, Amon, Josías, Joachaz ó Sellum, Joachún, Jechónias y Sedecias. E igualmente la historia de doce reyes de Israel, es á saber, Ochózias, Joram, Jehú, Joachaz, Joas, Jeroboam, Zacharias, Sellum, Malahem, Phaceía, Phacée y Osée; y también la relación que muchos milagros de Dios hizo por medio de Elías y Eliséo. De suerte que este libro comprende la historia del pueblo de Dios durante unos 308 años; esto es, hasta Osée último rey de Israel, y Sedecías rey de Judá, que fue llevado cautivo por Nabuchodonosor: y todos los cuatro libros de los Reyes la de 575 años. Algunos hacen esta época algo mayor, y la extienden desde el año 2848 del mundo, ó el primero del gobierno del sumo sacerdore Heli, hasta el año 3445. Acerca del autor de este libro puede decirse lo que del libro III. Y examinadas las varias opiniones que hay sobre este punto, parece más verosímil que los cuatro libros de los Reyes fueron arreglados por Esdras sobre memorias ó documentos originales, que dejaron otros sucesos exactos y coetáneos á los hechos que se refieren. Mas cualquiera opinión que se abrace, siempre debemos creer como de fé que su primer Autor es el mismo Dios; y que, como dice un elocuente y venerable Prelado: “brilla en estas historias y diferencia hermosísima de sucesos de la santa é infable verdad del Espíritu Santo: á la luz de la cual pueda caminar los príncipes y los súbditos por esta vida atribulada y congojosa a la patria celestial. Aquí se ven los reyes felices y desgraciados, ministros sabios y prudentes, y perversos y codiciosos, vasallos leales y desleales, aciertos del gobierno prudentísimos, y desaciertos dañosísimos, calamidades públicas, públicas felicidades; profetas verdaderos, y otros inicuos y falsos, y finalmente se ve no solamente lo que pasó en aquel país limitado por Palestina y Siria, sino lo que pasó y pasa en las demás monarquías; porque mudando los nombres y el campo a los sucesos en la voluble rueda de los acaecimientos humanos, aunque sean diversos en una u otra circunstancia, todos son en la sustancia los mismos”.