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EL PRINCIPE BRILLANTE Y EL PRINCIPE LUCIENTE-JAPANESE FAIRY TALES-LEYENDAS JAPONESAS-1914-RARISIMO.


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TÍTULO       :   PRINCIPE BRILLANTE Y EL PRINCIPE LUCIENTE, EL - LEYENDAS Y NARRACIONES JAPONESAS Nº 6              

AUTOR       :   VARIOS   TRADUCCION : GONZALO JIMENEZ DE LA ESPADA  (MADRID 1877-BARCELONA 1938)    

EN CASTELLANO.            

EDITORIAL :    T.Hasegawa (1853-1938) Tokyo.             MEDIDAS  :   15x10     RARISIMO       PESO :       40  GRAMOS

AÑO           :   (1914) "JAPANESE FAIRY TALES"             PÁGINAS  :   28                                  Excelente conservación           E  35

Cuentos de hadas japonés en papel CREPE-CHIRIMEN BON. Lazos seda. Dobles hojas. 14 preciosos grabados madera,

color, algunos toda página, realizados con las planchas de la 1ª edición japonesa de 1885. Muy flexible. Portadas en color.

MUY IMPORTANTE.

Aunque hasta hoy escasamente reconocido, Gonzalo Jiménez de la Espada (1877-1938)
es uno de los protagonistas más destacados en las relaciones culturales hispano-japonesas. Desde
1907 a 1917, fue uno de los profesores contratados (oyatoi gaikokujin) por el gobierno japonés
para enseñar español en la Escuela de Lenguas Extranjeras de Tokio (Tôkyô gaikokugo
gakko). Fue el traductor de la primera versión española del célebre Bushido, de I. Nitobe. En
1914 se hizo cargo de la edición en español, en formato chirimen-bon, de 20 cuentos y leyendas
tradicionales de Japón, por encargo del editor T. Hasegawa de Tokio, ilustrada mediante
xilografías nishiki-e por destacados artistas japoneses, como Eitaku Sensai, Kawabata Gyokushô
y Suzuki Kason.

Las siguientes traducciones de Gonzalo Jiménez de la Espada también
se prepararon desde el inglés, pues aceptó el encargo del editor
Takejirô Hasegawa para adaptar al castellano la serie «Japanese Fairy
Tales», que se concretó en la publicación de veinte cuentos y leyendas en
1914. Por causas diversas, como su tirada corta, su edición en el lejano
Japón, la inexistencia distribución directa en España, así los destrozos
ocasionados por el gran terremoto de 1923 en el establecimiento de la
editorial, estos libros son hoy sumamente raros e incluso desconocidos

para los especialistas, pues no figuran entre los fondos ni de la Biblioteca
Nacional ni de ninguna biblioteca pública de nuestro país,32 aunque sin
duda debe haber algunos ejemplares en bibliotecas privadas y, al menos,
dos series completas. Por una parte, la conservada por Ana Jiménez de
la Espada hasta su reciente fallecimiento en 2008 y ahora custodiada por
la familia, la cual ha sido empleada para preparar una reciente y cuidada
reedición a cargo de Julio Baquero y José Pazó.33 Por otra parte, hemos
tenido acceso a una colección privada de Zaragoza34 que atesora las dos
series completas de cuentos y leyendas, en un estado de conservación
excelente.35 Las ilustraciones de este texto reproducen las portadas de los
ejemplares de la colección zaragozana [figs. 1-20]. A diferencia de la versión
española, las ediciones en inglés y francés son mucho más habituales
en el mercado36 y también en los fondos japoneses de algunas instituciones
y museos de Barcelona37 y Zaragoza.38 Estos cuentos y leyendas

La versión en español de dos series de cuentos japoneses realizadas
por Gonzalo Jiménez de la Espada en 1914 forman parte de la línea editorial
emprendida por Takejirô Hasegawa47 (1853-1938) de libros ilustrados
de calidad en lenguas extranjeras.48 En 1895, Hasegawa comenzó a
publicar en inglés su primera serie ilustrada de cuentos y leyendas populares
ilustrados, dentro de la colección «Japanese Fairy Tales», inicialmente
con el sello editorial Kobunsha y desde 1889 con el de Hasagawa
Publishing Co.49 Estos libros, y otras publicaciones, estaban dirigidos a un
doble mercado: por una parte, a los europeos y norteamericanos que visitaban
el país o que simplemente, bajo la sugestión del Japonismo, deman

daban artículos artísticos japoneses y, por otra parte, a los estudiantes
japoneses de lenguas extranjeras. A pesar de existir ediciones de cuentos
japoneses anteriores,50 el éxito de los libros de Hasegawa fue notable,
tanto por la calidad de los textos51 como, sobre todo, por las ilustraciones52
de artistas japoneses y el empleo de técnicas xilográficas tradicionales
de grabado en color nishiki-e. Los cuentos de Hasegawa se editaron
en dos formatos: una en papel liso y otra en papel-crepe o chirimen.53 La
traducción española de los cuentos y leyentas se editó únicamente en
papel chirimen. Los libros en papel-crepe o chirimen-bon, conocidos en
Japón desde finales del periodo Edo (1615-1868), emplean un procedimiento
llamado momidai que consiste en dar al papel ya impreso una textura
similar a la seda arrugada. Tanto con el papel normal como con el
papel-crepe, se empleó un tipo de pliego llamado fukurotoji en el que cada
hoja se imprime sólo por una cara y se pliega en dos páginas llevando los
bordes —no la parte doblada— al lomo. La encuadernación se realiza al
estilo japonés yamato toji, con doble anudamiento de cordel o seda sobre
cuatro agujeros, en el lado izquierdo y, en este caso, con goma en lomo
como refuerzo. Las series completas se presentaban en estuches de cartón
a medida. El número de páginas de cada libro de cuentos de Hasegawa
oscila entre dieciocho y veintiocho, por lo que los ejemplares presentan
un aspecto delicado y no superan el medio centímetro de grosor.
La edición de estos libros combinaba la impresión tradicional xilográfica
japonesa para las ilustraciones en color nishiki-e y la impresión tipográfica
de tipos móviles occidentales de la imprenta Tsukiji Type Foundry,
daban artículos artísticos japoneses y, por otra parte, a los estudiantes
japoneses de lenguas extranjeras. A pesar de existir ediciones de cuentos
japoneses anteriores,50 el éxito de los libros de Hasegawa fue notable,
tanto por la calidad de los textos51 como, sobre todo, por las ilustraciones52
de artistas japoneses y el empleo de técnicas xilográficas tradicionales
de grabado en color nishiki-e. Los cuentos de Hasegawa se editaron
en dos formatos: una en papel liso y otra en papel-crepe o chirimen.53 La
traducción española de los cuentos y leyentas se editó únicamente en
papel chirimen. Los libros en papel-crepe o chirimen-bon, conocidos en
Japón desde finales del periodo Edo (1615-1868), emplean un procedimiento
llamado momidai que consiste en dar al papel ya impreso una textura
similar a la seda arrugada. Tanto con el papel normal como con el
papel-crepe, se empleó un tipo de pliego llamado fukurotoji en el que cada
hoja se imprime sólo por una cara y se pliega en dos páginas llevando los
bordes —no la parte doblada— al lomo. La encuadernación se realiza al
estilo japonés yamato toji, con doble anudamiento de cordel o seda sobre
cuatro agujeros, en el lado izquierdo y, en este caso, con goma en lomo
como refuerzo. Las series completas se presentaban en estuches de cartón
a medida. El número de páginas de cada libro de cuentos de Hasegawa
oscila entre dieciocho y veintiocho, por lo que los ejemplares presentan
un aspecto delicado y no superan el medio centímetro de grosor.

La edición de estos libros combinaba la impresión tradicional xilográfica
japonesa para las ilustraciones en color nishiki-e y la impresión tipográfica
de tipos móviles occidentales de la imprenta Tsukiji Type Foundry,

una combinación editorialmente acertada para editar el mismo libro en
varios idiomas.
La selección de cuentos y narraciones de la versión española contiene
los títulos más famosos y repetidos en todas las antologías y muchos
de los mismos han aparecido ya citados —a veces con variaciones en el
título— en este texto. T. Hasegawa y G. Jiménez de la Espada articularon
la versión española de «Japanese Fairy Tales»55 dividida arbitrariamente
en dos series, «Cuentos del Japón Viejo»56 y «Leyendas y narraciones japonesas
»,57 con diez libros cada una, numerados del uno al diez. Todos los
títulos corresponden a la primera serie de «Japanese Fairy Tales», salvo
dos de ellos, concretamente La araña duende y La olla mágica, que proceden
de una ampliación de la colección inglesa fechada en 1899. Estos
cuentos introdujeron a los lectores en un tiempo mítico en el que se
ejemplifican los ideales morales japoneses. En todos estos cuentos, el respeto
por la naturaleza, la mitología nacional sintoísta, el espíritu confucionista
concretado en el amor filial, los valores del guerrero samurái, el
sentido del humor, la humanización de diversos animales y una extraordinaria
inclinación hacia lo fantástico son los ingredientes que caracterizan
la tradición popular japonesa y que ofrecen al lector occidental una
manera atractiva de acercarse a la civilización japonesa. La traducción de
Gonzalo Jiménez de la Espada presenta un estilo sencillo, claro y funcional,
sin notas, con algunas incorporaciones de términos japoneses58 y

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avatar ALONIMO
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