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Se termine le : 29 mai 2023 20:59:00 CEST
Prix de depart: 13,43 €
Nombre des éléments : 1
État du lot: Bon (très peu de signes d'utilisation)
Editorial: Guillermo de Osma Galería
Ciudad: Madrid
Año: 2019
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Páginas: 132 pp.
Dimensiones: 23x16 cm.
Idioma: Catalán
Ilustraciones: Ilustraciones en blanco y negro y color.
7 maig - 19 de juliol 2019.
La Galeria Marc Domènech se complace en presentar una exposición de la obra de Léon Tutundjian (Amasia, 1905 - París, 1968) en la que se muestran más de una cuarentena de piezas entre pinturas, relieves, collages, acuarelas y dibujos realizados entre los años 1924 y 1929. Se trata de la primera exposición individual dedicada a Tutundjian en España y se centra en una de las épocas más importantes y fructíferas del artista.
Léon Tutundjian fue una de las figuras artísticas más destacadas del París de entreguerras. De hecho, a pesar del misterio que hoy en día sigue rodeando su persona, fue uno de los artistas más relevantes en la consolidación del arte abstracto entre orgánico y geométrico durante los trascendentales años 20 y 30 en París y su obra fue admirada por muchos de sus contemporáneos. Un buen testimonio de ello es la carta que Jean Hélion le escribió en 1958: "Todavía recuerdo cuando nos conocimos, allá por 1929 y lo extraordinariamente avanzado que eras respecto a los de nuestra generación, tanto en tu mentalidad como en tus obras. Has impresionado e influido a más de un artista hoy bien conocido, como Calder, por ejemplo, que sentía una admiración enorme por ti (...). Van Doesburg hablaba de ti con las palabras más elogiosas (...). Carlsund y muchos otros, a raíz de tu exposición de 1929 en la Galerie Bonaparte, te consideraban un maestro. A Herbin le gustabas particularmente."
Me parece que vi por primera vez una obra de Léon Tutundjian (1905-1968) en París, en la desaparecida y fabulosa galería de Jean Chauvelin, especializada en vanguardias del Este, allá por los comienzos de los años setenta del siglo que nos resistimos a llamar pasado. Luego, poca información, hasta el deslumbramiento, en 1990, en el catálogo de la memorable muestra sobre el París geométrico que Gladys Fabre preparó para el IVAM. Luego vi más obras del armenio en la galería de Lucien Durand y Alain Le Gaillard, local de la rue Mazarine, donde muchos años antes yo había descubierto el arte de Lucio del Pezzo, y conocido a este.
Fue Le Gaillard quien me ofreció un ejemplar de la monografía más completa sobre el pintor, la de Gladys Fabre, nuevamente, aparecida en 1994 en las Éditions du Regard, un álbum de casi doscientas páginas, abundantemente ilustrado, e indispensable para saber más sobre su obra, y sobre su vida, aunque lo cierto es que entonces y ahora el conocimiento de la segunda es bastante lagunar.
La pista de la diáspora armenia, en el arte y la cultura modernos, es importante. Pensemos por ejemplo en un coleccionista y mecenas como Calouste Gulbenkian, que terminaría haciéndose portugués. En el pintor armenio-italiano Gregorio Sciltian, una de las voces más extrañas del retorno al orden, y en su colega y cuñado Voldemar Boberman, que terminaría recalando en Ibiza. En el pintor armenio-estadounidense Arschile Gorky, futuro miembro de Abstraction-Création. En el fotógrafo de vanguardia armenio-brasileño Gaspar Gasparian. En Yusuf Karsh, otro artista de la cámara, en este caso establecido en Canadá.
En el poeta armenio-francés Armen Lubin. En el arquitecto armenio-francés Gaspar Guévrékian. En el dramaturgo armenio-francés Arthur Adamov. En clave seria, en el grupo de resistencia Manouchian, y en clave frívola, en las chicas del ilustrador armenio-francés Edmond Kiraz. En el conceptual armenio-francés Sarkis. En el recién desaparecido Charles Aznavour, cantante nacido en Marsella en una familia de inmigrantes armenios. No faltan tampoco marchantes de esa procedencia, del armenio-británico Aram Mouradian, tan activo en el París de las vanguardias y cuya historia acaban de reconstruir los Sebagh, al armenio-norteamericano Larry Gagosian. También es importante la pista del genocidio del pueblo armenio, que a los lectores de Eric Ambler y de esa obra maestra que es La máscara de Dimitrios nos lleva de inmediato a una cierta geografía de Oriente Medio y de la Europa balkánica. Sin embargo, no iba Tutundjian de “armenio profesional”; sólo en 1945 encontraremos su nombre en una colectiva de la Union des Artistes Arméniens Libres. G
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